No esperar a que la alegría y la felicidad hagan acto de presencia. Hacer que fluyan. Emanar alegría y comprenderéis lo que la alegría es. No prestar atención a las circunstancias. Van y vienen. Dejar que su alegría os transcienda y os transforme. Los problemas del día a día pronto serán historia. Tenéis el privilegio de estar vivos y de poder transcender cualquier  desilusión, sin importar cuán grave pueda ser. Una buena forma de comenzar es sonreír a cada persona con que entable conversación. Una sonrisa abierta, sincera, franca...




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