Buenos días princesa



soy un hombre y te hablaré así una semana, te echaré el raspe, y a la semana de conocernos te diré de quedar, tú me dirás que sí ya que decir que no te sería imposible, porque llevo una semana haciéndote creer que eres la única chica que me importa. El día que hayamos quedado te diré que eres la más hermosa, que nunca te cambiaría por otra, que me gustas de verdad aunque hace poco que nos conocemos, y que nunca te podré olvidar. Después de decirte mil cosas bonitas para ilusionarte me lanzaré, te daré un lindo beso y te susurraré ''te quiero princesa, todo saldrá bien'' y después de eso te seguiré besando. Cuando llegue la hora de irnos, tú te irás a tu casa y yo a la mía y te conectarás a toda prisa para que yo pueda hablarte. Pasarán los minutos y no te hablaré, te meterás en mi perfil y verás comentarios de otras chicas, te echarás a llorar y me hablarás desesperadamente para que te explique que es lo que está sucediendo, y yo te diré que son amigas, que confíes en mí, y tú me creerás.
Empezaremos a hablar como de costumbre hasta que pasen unos meses. Un día normal, después de haber hablado conmigo y estar demasiado ilusionada, te irás a dormir, cuando amanezca y te conectes, te diré que ya no me gustas, que nada es lo mismo y que no es por ti, sino que ya nada es igual. Tú estarás llorando en tu habitación, desilusionada y sin ganas de hacer nada, mientras yo estaré diciéndole a otras chicas lo mismo que te decía a ti, ilusionándolas como hacía contigo.
De repente saldré con una chica y me iré de tu vida. Después de varios meses sufriendo encontrarás a un chico que valga la pena y encontrarás felicidad, pero cuando más feliz estés siendo, yo apareceré de la nada.  Te diré que dejes al chico con el que estás por mí, que he cambiado, y que todo este tiempo te he echado muchísimo de menos. Tú me creerás porque aún sigues enamorada de mí y dejarás a tu novio para estar conmigo.
A los meses te volveré a traicionar y tú volverás a sufrir. Volveré a desaparecer de tu vida hasta que vuelva a aparecer y te diga que volvamos. Cómo no, dejarás todo por mí, porque cada segundo de mi vida eres tú, bueno, sólo hasta que aparezca otra chica más linda, pero de momento te haré creer que eres la única, y por muchas veces que me vaya, siempre volveré para no hacerte feliz.
Soy un hombre y me encanta jugar con las chicas para así ilusionarlas, bueno rectifico, soy un chico, porque los verdaderos hombres nunca harían eso.


Los polos opuestos se atraen

Él ya sabía que ella era una chica con los labios besados, que era demasiado loca y divertida para él, que se podía derrumbar de un momento a otro pero que en menos de una décima de segundo le daba ese puto venazo de felicidad que le cambiaba el día. Sabía que ella no le tenia miedo a la vida porque había aprendido a reírse de ella. Sabía que tenía miedo a las alturas porque más de una vez había estado a tres metros sobre el cielo y había acabado por estrellarse contra el suelo, sabía que sus sueños se habían roto mil veces y ella había dedicado las noches frescas de verano en unir los pedazos. Que nada ni nadie consiguió nunca borrarle esa sonrisa jodidamente perfecta de la cara. Sabía que su mundo empezaba en las nubes y acababa en las estrellas.

Sabía que era todo lo contrario a él, que ella era como las locuras de los sábados noche y él como las frías tardes de domingo, que ella ni si quiera se preocupaba de su presente y él vivía planeando su futuro y recordando su pasado, él era el sur y ella hacía mucho que había perdido el norte, y aunque lo sabía, allí estaba él, mirándola como un idiota, enamorado de ella hasta las trancas.


Manías


Ella... Ella y su estúpida manía de comerse la 

cabeza por cosas sin sentido, por la tontería 

más grande que pueda existir, atormentando la 

paz que tanto tiempo lleva esperando. Ella y 

su sed insaciable de besos, ella y su fuente 

inagotable de cariño, ella y sus miradas con las 

que puede transmitir el amor mas sincero o la 

tristeza más gris. Dicen que es como un libro 

abierto, que no sabe mentir y que tiene un 

corazón tan grande que no le cabe en el pecho. 

Siempre dispuesta a soltar una carcajada que 

retumbe por toda la ciudad. Lo quiere todo 

aquí y ahora, camina de la mano con la 

impaciencia. Ella y sus complejos, ella y sus 

imperfecciones. Ella y su sentimiento de 

inferioridad que demasiadas veces le impide 

mirarse en el espejo y ver lo que realmente 

muestra, escondiendo las virtudes que muchos 

dicen que posee...

Pero yo se que algún día todo eso acabara por 

fin. Que un día se levantará sintiéndose 

distinta, quizás más fuerte, y mirará al sol 

con su más bella sonrisa, dejado atrás todas las 

vendas que un día envolvieron su corazón. 



- Te odio, eres insoportable, deja de reírte de mí. ¡Desaparece!
- Vale, si me lo dices así, me iré...
- Espera... ¡No!
- No ¿qué?
- Que no te vayas...
- Pero si me lo has pedido tú, y además, me odias...
- Sabes que no te odio, que te quiero, que no te soporto, pero te necesito, que me molesta que te rías de mí, pero a la vez me encanta porque demuestras que me prestas atención, y quiero que desaparezcas, pero...
- Pero ¿qué?
- Pero que desaparezcas conmigo.

Cansarme hasta de mí...



Me cansé de mí, de mis pensamientos, me cansé de llorar para sentirme bien, me cansé de pensar que vendrán tiempos mejores, me cansé de sonreír y decir "Estoy bien". Me cansé de poner el mismo CD cada vez cuando pienso en ti, me cansé de tener que ser yo la que inicia la conversación, me cansé de preguntarte que te pasa, me cansé de tu indiferencia, de tu rechazo. Me cansé de caminar por las mismas calles, el mismo colectivo; el mismo tren, los mismos asientos, los mismos caminos; la misma gente; la misma rutina. Me cansé de mi ropa, de mis complejos, me cansé de llorar, de pensar, de sentir, me cansé de arruinar todo, de no iniciar nada. Sí, me canse de todo lo que me rodea, pero es cuando me canso de mí que empiezo todo de cero. Aprendí con el paso del tiempo a convivir con mi propio hartazgo, a remar contra mi rutina, a luchar contra mis miedos y a evitar los errores. Hoy puedo estar harta de mí misma, pero siempre te estaré observando. Porque aunque me canse de mí, aún no encontré la fórmula para cansarme de ti.

Solo esa persona...


Sentir que si te faltara todo se iría al garete. Sentir que no hay nada que te importe más que esa persona, como si todo fuera surrealista, como si lo único cierto fuéramos esa persona y yo.