Si no te hubiera conocido qué sería de mí...
El amor es caprichoso y a  veces tarda   en venir
Quiero decir que mi pensamiento entero Lo puedo resumir en dos  palabras: te quiero 


Y las palabras se las lleva el viento...





Just an ordinary day, Till you came around
I had my feet on the ground. So much for that
Just an ordinary day, till you came around
And now my life’s upside down, imagine that

Dicen que en el verbo echar lo primero que se echa es la H, y no. 
En el verbo echar lo primero que se echa, es de menos.


-¿Qué haces mirando tanto por la ventana?
+Esperar a que llueva...
-¿Para qué? Los días de lluvia son aburridos.
+Sí, pero no se nota cuando lloro.
-¿Y para que llorar debajo de la lluvia? ¿Por qué no hacerlo donde todos puedan verte?
+Porque parecería idiota...
-No, parecerías la chica más valiente que no teme a que le vean llorando.
+Temo a llorar por ti.
-¿Y por qué ibas a hacerlo?
+Porque te amo.
-Pues entonces, lloremos juntos bajo la lluvia y pasar desapercibidos.




Quiero ver tu cara nada más abrir los ojos, quiero escucharte todos los días, que te preocupes si no estoy bien, que me preguntes, que me abraces, que me beses, 
quiero tenerte cerca, que me hagas reír, que te mueras por verme todos los días, que salgas únicamente para verme a mí, que vivas cada día como si fuese el primero y el último conmigo, que me digas te quiero siempre que te apetezca, quiero vivir un sueño, nuestro sueño.
                                                           

Por fin pude olvidarme de ti, ahora por fin puedo mirarte a la cara y no sonrojarme, que mi cuerpo ya no vibra por ti ni siento nada de todo lo que sentía al verte. No me preguntes como fue, ni yo misma lo sé, pero…¿para qué saberlo? Lo importante ahora es que se esfumó ese sentimiento. Sí, puede sonar un poco egoísta por mi parte, por eso te pido disculpas, pero tenía que decirte que ya no estás dentro de mí. Que ahora me siento con ganas de volar alto, muy alto, hasta poder tocar el Sol y no quemarme. Porque me he vuelto invencible a todo. Ya nada me puede hacer daño. Al fin y al cabo tengo que darte las gracias. Gracias por hacerme fuerte, por engañarme como me has engañado para poder ver como es en realidad la vida. Ahora, aquí te dejo este pequeño espacio. Yo me voy a renacer como el ave que soy a recuperar mi integridad de ser la mujer que siempre fui antes de llegar a conocerte.

-¿Por qué ya nunca sonríes?
+La vida no me lo permite...
-Dime... ¿Qué te ocurre?
+Cosas que prefiero no explicarte...
-Pues es una verdadera pena que no hayas vuelto a sonreír, porque tenias una sonrisa realmente bonita y tenía algo especial no sé, era de esas que nunca olvidas.
+ ¿Por qué?
- Porque te hacen sonreír a ti también.



-Dicen que las desgracias nunca vienen solas.
-Eso dicen, y creo que es cierto. Viene una y luego otras quince detrás.
-Tú tampoco vienes sola jamás.
-De lo que se deduce lógicamente que...



-...que eres una desgracia.
-Y tú un desgraciado.





Hay dos maneras de conseguir la felicidad, una, hacerse el idiota y otra serlo. ¿Cuál es la tuya?
+¿Entonces qué?, ¿me quieres?
-Bueno si, pero no quiero.
+¿Pero por qué? Siempre has deseado esto, y ahora...
-Exacto, 
ahora te toca joderte a ti.




Coge aire y no lo sueltes, ¿te has quedado sin respiración, no? Así es como me quedo yo cuando tú estás a mi lado.



Se puede ser feliz, conseguir los propósitos de la vida, cumplir cada uno de tus deseos, reír por cada tontería como si dependieras de ello. Levantarte cada mañana y pensar que vas a hacer lo que sea y decir: ME VOY A COMER EL MUNDO, porque ese sea el mejor día de tu vida. Y cuando lo consigas, al día siguiente, igual. Sacar esa sonrisa que te caracteriza, tu sonrisa. Ver las cosas de otro color, como si fuese mejor de lo que son. Todas esas cosas que hacen que la vida gane un sentido, al menos para mí. No es tan difícil al fin y al cabo. Sólo necesito una cosa, que estés aquí, conmigo y que nunca me faltes.

Arañar las nubes, y que brille el Sol...


Sí, tan solo un juego, pero NUESTRO juego...


-Hay dos o tres cosas que nunca me has pedido, y lo lamento. Habría sido capaz.
-¿Qué cosas...?
-Comer hormigas, insultar a los parados que salen del INEM y amarte como loco...


No esperar a que la alegría y la felicidad hagan acto de presencia. Hacer que fluyan. Emanar alegría y comprenderéis lo que la alegría es. No prestar atención a las circunstancias. Van y vienen. Dejar que su alegría os transcienda y os transforme. Los problemas del día a día pronto serán historia. Tenéis el privilegio de estar vivos y de poder transcender cualquier  desilusión, sin importar cuán grave pueda ser. Una buena forma de comenzar es sonreír a cada persona con que entable conversación. Una sonrisa abierta, sincera, franca...




-¿Te puedo pedir una cosa?
+Sí, dime
-No te acostumbres a mí.
+¿Cómo?
-Que no te acostumbres a mí, ni a mi risa, ni a mi manera de mirarte, ni a mis sonrisas en esos momentos, ni a mis besos, ni a mi olor. No te acostumbres a que te ayude con los deberes, ni que hablemos de tus problemas, ni a que te escuche con atención. No te acostumbres a cómo te miro o te dejo de mirar, no te acostumbres a mis mejillas rojas como un tomate cuando te ríes de mí, ni te acostumbres a mi rabia, ni a reírte de las cosas que digo. No te acostumbres… enserio
+¿Y eso a que viene?
- A nada simplemente algún día me cansaré, me iré y echarás de menos a esas cosas si estás acostumbrado.
+Demasiado tarde, ya me he acostumbrado a todo eso, me acostumbré el primer día que hablé contigo.
- Entonces solo queda una cosa, te quiero.




No te digo que mi falda sea perfecta, ni que use maquillaje de Chanel, tampoco te prometo que me peine todos los días, o que no se me olvide alguna vez pintarme las uñas, pero tengo una sonrisa que nunca falla y unas ganas de seguir adelante impresionantes.



Ponte guapa; saca los tacones de tu hermana mayor de ese armario que tan prohibido tienes. Mídelos y asegúrate de que superan los diez centímetros; póntelos y pierde el equilibrio hasta que te canses de caminar como un puto pato mareado y comprendas que tú también puedes deslumbrar. Ponte el vestido más corto, apretado y sugerente que tengas. Vístete del color que menos les guste a tus padres. Píntate tanto que tengan que decirte que eres muy pequeña para ello. Sumérgete en ese ritmo pegadizo que se hace contigo y que causa un pitido en tu oreja cuando regresas a casa. Haz que tus pasos suenen a pesar del volumen de la música. Pídete algún cubata de más y ponte lentillas del color de tu Malibú favorito. Acércate a ese chico rodeado de chicas y déjales claro que para zorras ellas, zorra tú. Sácalo a bailar, dale un número falso y deja en manos del destino que vuelva a saber algo de ti. Llega tarde a casa y cuando te pregunten di que no volverá a pasar.